NOTA A FONDO CON OSCAR
"HUEVO" SÁNCHEZ, UNO DE LOS PERSONAJES MAS
CARISMÁTICOS DE NUESTRA LIGA NACIONAL
Oscar Sánchez, actual entrenador de Quilmes, es uno de
los personajes tradicionales del mundillo de la Liga.
Defendido y criticado por igual, nunca pasa
desapercibido en cada acción, en cada declaración, en
cada minuto. En este reportaje el entrenador habla de
varios temas, entre ellos su carácter, la relación con
el público y los árbitros, la Selección y de Manu
Ginóbili.
Esta nota fue
publicada en la Pagina Oficial de la Liga
Nacional y aquí la reproducimos en Zona de 3.
-¿Por
qué crees que te rinde más este equipo que el anterior?
-Este equipo es mucho más atlético y agresivo en defensa
que el anterior. Y tiene, también, un jugador clave y
experimentado como Reynolds, en el poste bajo. El otro,
en cambio, tenía mayor intelectualidad, más poder de
scouting y mejor rendimiento de visitante. Pero lo bueno
de este grupo es que si hoy nos sacan 20 puntos de
diferencia lo podemos revertir, con el plantel pasado
eso era imposible.
-¿Por qué a Quilmes le cuesta tanto ganarle a Peñarol?
-Siempre hay una desventaja económica. Peñarol tiene
otros objetivos a partir del presupuesto que arma, que
es ganar todos los torneos que disputa. Nosotros hacemos
lo que podemos. Gastamos lo que tenemos.
-¿Quilmes es el club en el que más presión sentiste?
-La presión no existe en el club, no te la ponen los
dirigentes, sino la gente y yo mismo. El hincha
reprocha, critica, aprueba. Por eso genero amores y
odios. Encima hay diferentes camadas de hinchas. Hoy los
pibes que van a la cancha son chicos, algunos ni habían
nacido cuando yo ya dirigía a Quilmes.
-¿Qué te duele más: perder un clásico o que la gente
te critique sin conocerte?
-Me duele que me critiquen sin conocer. Soy un tipo que
le da mucha bola al qué dirán, un idiota digamos. Yo
puedo equivocarme, pero nunca dejo de hacer mi trabajo.
Cuando me forrean como persona... Mis hijos son grandes,
ven, escuchan, sufren, no me lo banco. Y las boludeces
anónimas me indignan: que un tipo que ni pone su nombre
me critique... No estoy de acuerdo para nada.
-¿Y no percibís cierta ingratitud para con vos cuando
te critican tanto?
-Lo mejor que yo hice en Quilmes fue cuando (Guillermo)
Vecchio se presentó acá y dijo que traía sus escuelas de
básquet a Mar del Plata y se instalaba para dirigir al
club. Me acuerdo que en el diario estaba la doble página
dividida: o renovaba Huevo o venía Vecchio. Se quedaron
con él y gastaron como nunca. Quilmes descendió y yo me
fui a Roca con un contrato magnifico. Hice la mejor
temporada de mi carrera. Me vinieron a buscar para que
dirija en TNA y fui como un loco, no como un gil, con un
salario de TNA. El aporte que me daban por el ascenso lo
puse todo de premio. Dios me ayudó y ganamos el
campeonato. Quilmes nunca compró plaza para ascender y
eso me gratifica. Lo más importante para uno es que el
club que dirige no se funda. Y acá van 21 años con una
línea de conducta buena.
-Y por eso mismo ¿no te molestan los insultos?
-Y bueno, pero es así, lamentablemente. Pero estoy
convencido que este es mi último año en Quilmes. Los
ciclos se van terminando. Lo que pasa es que, siempre,
en las últimas temporadas, estuvimos entre los primeros
lugares. Yo ahora escucho los candidatos y nadie nos
pone a nosotros. Y nosotros siempre terminamos ahí.
-¿Qué es lo que más extrañás de Bahía Blanca?
-De Bahía extrañaba mucho antes. El básquet y mis
amigos. En la medida que la ciudad fue decayendo, y Mar
del Plata creciendo, todo mi sentimiento se equilibró.
Mis afectos están allá, Bahía me ayudó a formarme como
entrenador y a crecer en el ambiente y yo no me olvido.
Pero cada año que pasa me cuesta más pensar en volverme
definitivamente.
-Sin embargo, tu nombre está siempre en carpeta...
-Sí, me interesaría dirigir allá. Cuando no haya
entrenador, obvio. Yo pienso que tengo muy pocas
posibilidades de equipos en la Liga para irme. Y mi
familia tendría que adaptarse, no es fácil.
-¿Cómo evaluás tu experiencia por Madryn?
-Fue bárbaro, pero no tenían dirigentes. Eran una
empresa pesquera que fue ordenada hasta que ellos
estuvieron al frente. Me cumplieron a la perfección y el
equipo fue muy digno. Después, al otro año ya fue todo
muy desprolijo.
-¿Sebastián Acosta es tan difícil de dirigir como
parece desde afuera?
-Es uno de los tipos por los que siento una cosa
extraña. Es una gran persona y él me respeta mucho. Pero
él, ahí en Madryn, estaba pasando su peor momento
personal, no es que venía de Disney. La mejor
satisfacción que me da ahora es que sólo escucho los
puntos que convierte y no las cosas que hace fuera de la
cancha. No sé cuantos ayuda base hay como Acosta en el
país.
-¿Qué pensás de Javier Martínez? El dijo que eras un
gran entrenador pero que te faltaba manejo de grupo...
-Con él siempre tuve una buena relación pero maneja un
ritmo de trabajo similar al que juega y yo quería
mejorarlo, que defienda... Quería que comprenda que
Ginóbili es sexto hombre y no se queja. No pude.
-¿Europa es una cuenta pendiente en tu carrera?
-Sí, me gustaría ir y que no pase mucho tiempo más. Si
el año que viene aparece algo le pediré a Marisa, mi
señora, que me haga el último favor y se venga conmigo.
Quiero probar si puedo dirigir en ese nivel.[/b]
SU CARACTER, SU PERSONALIDAD, EL ENTRENADOR
-¿Cuál es tu mejor virtud como entrenador?
-Ser responsable, correcto y tratar siempre de enseñar.
-¿No tenés miedo de volverte loco adentro de una
cancha?
-(Se tienta). La última vez que me volví loco fue cuando
lo corrí a (Pablo) Estévez en cancha de Obras. Ahí mi
mujer dijo que no quería venir más a verme. Ya lo
controlo, a veces me saco, pero he mejorado y estoy más
tranquilo.
-¿Ser tan impulsivo te jugó a favor o en contra?
-Evidentemente a favor. Sino no hubiese tenido esta
carrera.
-¿Por qué tenés tantos problemas con los árbitros?
-Soy calentón. Ellos piensan que yo les hablo con doble
sentido para ponerles la gente en contra. Y no es así,
lo que pasa es que es así mi carácter, no lo hago a
propósito. No es lo mismo como dirige (Gabriel) Piccato,
que como dirige (Julio) Lamas, que como dirige Huevo. Yo
pienso que hay árbitros buenos y respetuosos y otros con
los que, antes del partido, ya sabes quien va a ganar.
Te cobran técnicos en el minuto uno o no te dejan
hablar. Cada uno tiene su estrategia... Yo no creo que
cambie mucho, cuando vea algo que está mal lo voy a
seguir diciendo. Y tengo una particularidad que no
muchos tienen, jamás los insulto. Porque creo que los
tipos son honestos. No es lo mismo que decir que sean
buenos.
-¿Llevás 34 años dirigiendo, de que te arrepentís?
-A veces me arrepiento de que me piten técnicos
inoportunos, faltar el respeto a un juez. Con
(Alejandro) Chiti me disculpé, porque me parece un
caballero. Me arrepiento de tomar una determinación
rápida. Ahora pienso más y evalúo más. Eso sí, cuando
tengo que cortar jugadores estoy seguro de lo que hago.
-¿Cuál es el mejor jugador nacional que dirigiste?
-Alberto Cabrera. Después (Héctor) Campana, un monstruo.
Y eso que lo dirigí de grande.
-¿Y el mejor extranjero?
-(Piensa). Varios: Willie Scott, Wilfredo Ruiz, el mejor
tirador que vi en mi vida, Melvin Johnson, Byron
(Wilson) en su plenitud. Y ahora (Antonio) Reynolds no
deja de sorprenderme.
-De los jugadores que tuviste a cargo, tu cinco
ideal.
-Cabrera, Campana, Manu, Melvin Johnson y Ebong.
-¿Cual fue tu peor vestuario?
-Tuve puertas rotas, facturas, ponerme frente a frente
con americanos, de todo. Uno de los grupos más malos que
dirigí fue el de Quilmes en el 88. Tuve dos jugadores
que gracias a Dios desaparecieron que eran tremendos.
Fue el peor equipo que tuve en mi vida. No voy a dar
nombres.
-¿Qué hacés durante los viajes?
-Hasta que tengo señal hablo por teléfono, tomo mate. Me
compro Gente, Caras, Clarín, Olé, Pronto, todo. Vuelvo a
tomar mate y ahí la empiezo a pasar mal porque no puedo
ir a los baños de los colectivos, porque me descompone.
Entonces pego un chiflido y paro en la banquina. Me
putean todos, sobre todo el presidente de la
delegación... Yo podría escribir un libro con estas
cosas. Por ahí quiero ver el partido que jugamos, porque
no puedo dormir, y cuando me agarra el sueño empiezan a
joder los jugadores con la Play Station. Pero no los
reto, porque pienso que debo ser yo el que está viejo.
León (Najnudel) está muerto y acá hay tipos con vida, es
un milagro eso.
-¿Qué preferís dirigir, el campus o la Liga?
-Son dos cosas muy diferentes. La Liga tiene cosas
excitantes como preparar un partido, poner videos y
buscar detalles. Es muy lindo dar charlas técnicas,
ponerme el traje, vivir los juegos. Después sufro en el
momento posterior. El campus es otra cosa: a mi me gusta
enseñar y formar, pero estar al frente de un plantel es
incomparable.
-¿Todavía seguís con la idea de traerte un pibe de
2,10 del norte?
-Claro, algún día lo voy a hacer. Pero tendría que
cambiar mi filosofía de vida y no sé si es el momento.
Sueño con ir a Formosa, a Chaco a Misiones y traer
chicos para formar. Me tengo mucha fe.
GINOBILI, CAPITULO APARTE
-¿Es cierto que Manu estuvo un tiempo sin hablarte
una vez que fueron con Andino a Bahía y lo pusiste
apenas 20 segundos para marcar a Martín Ipucha?
-Habían ido a verlo los amigos, me enteré después. Pero
Manu se enoja conmigo más cuando voy allá y compro ropa.
En lo deportivo coincidimos en casi todo.
-¿No tenías miedo que lo rompieran cuando lo llevaste
a La Rioja?
-Y..., sí. No tanto de que lo rompieran, sino que
estuviera mal atendido. Tenía objetivos como padre casi.
Después su jerarquía manejó todo. El es maduro desde
chico. Además siempre parece que lo van a romper: el
último partido con Dallas le hicieron una falta
flagrante y parecía que se había quebrado. Pero se
levanta y sigue.
-¿Haberle dado pista es tu mayor logro como
entrenador?
-Yo no le di pista. Lo recluté con sentido común, pero
no sabía que iba a llegar tan alto. El no juega así
porque yo le enseñé de chico. Lo de él es innato, se fue
criando solo. Yo le di la posibilidad de jugar la Liga y
lo acerqué a Arturo Ortega. Eso fue lo mejor que hice
por él. Después lo aconsejé igual que a los otros dos
hermanos, porque para mí son todos idénticos, los amo
por igual a los tres, soy fanático de ellos. Todo pasa
por la familia. Gran parte de los éxitos de Manu es por
la gran familia que tiene detrás.
-¿Cuál fue el momento que más te sorprendió de su
evolución?
-(Piensa). Una vez, en Indianápolis, en el Mundial,
durante un partido lo agarro a Yuyo, el padre, y le
digo: ¿Cómo mierda salta tanto este pibe? Por ahí cuando
chateamos le digo que me emociono y me responde que soy
un boludo. Pero a mi me emociona que el pibe haga 37
puntos en la NBA. Yo no lo puedo creer. Les pido a los
padres que me expliquen, me desespero. Nosotros antes
festejábamos que elijan un argentino al draft y este
tipo va y te mete 37 dos días seguidos… Es muy grosso.
-¿Cómo es la historia en la casa cuando vas para las
finales?
-No se puede hablar de básquet, pero yo hablo de
básquet. O en el auto, o en el baño. Cuando se pierde
no, es imposible, pero cuando gana lo interrogo. También
lo entiendo, porque yo cuando dirijo algo importante acá
no quiero que entre nadie. Imagináte él que está en la
mejor liga del mundo. Por eso somos ubicados. Pero igual
le saco las ofensivas, situaciones de cierre, me traigo
todo...
LA SELECCIÓN ARGENTINA
-¿Cómo ves a la Selección de cara a los Juegos
Olímpicos?
-Cada vez mejor. Manu está en el esplendor, (Luis) Scola
es un monstruo, Pepe (Sánchez) es un talento, Fabricio (Oberto)
mata por ganar... Son amigos... La verdad habría que
embalsamarlos a todos y dejarlos ahí, como a Walt Disney.
-¿Por qué Hernández recién ganó respaldo ahora?
-Porque ganó, era sólo una cuestión de resultados. (Alfio)
Basile recién fue considerado en Boca cuando ganó.
-¿Quién merecía el puesto cuando renunció Magnano?
-Los tres. Lo que pasa es que todo periodista tiene su
entrneador preferido y hay dirigentes muy influenciables
que, además, quieren vivir tranquilos. Había que elegir
a un entrenador que bancara la gente...
-¿Creés que la Confederación se portó de manera
desprolija con vos?
-Yo fui engañado como una sirvienta. Me dijeron que
presente un proyecto y lo presenté. Ellos no tuvieron
convicción para elegir la figura reemplazante, tenían
dudas, porque cada uno tenía su entrenador y después
escuchaban a los periodistas. Me sentí mal.
-¿Ya no te interesa?
Es que después van a sobrar entrenadores. (Rubén)
Magnano era un tipo idóneo, serio, estricto y duro que,
en algún momento, iba a cumplir su ciclo. Y en ese
momento cualquiera de los tres candidateados teníamos
merecimientos para ir. A mi lo que más me molestó fue
que nunca me consideraran para el cuerpo técnico, me
pareció una falta de respeto.
-¿Serías asistente?
-Sin dudas y sin temor al serrucho. No perdería ningún
partido, me sentiría tan feliz...
-¿Ves recambio de jugadores?
-No, cero.
-¿Cuál sería tu jugador ideal?
-Me gustaría un tipo que conozca el juego, con la
mentalidad de Manu. Estoy cansado de ver jugadores con
cara de culo por haber metido dos puntos en partido
ganado o felices, a pesar de haber perdido, por su
actuación personal. El básquet es un juego de conjunto.
Piensan sólo en el contrato del año siguiente.
Fuente: Web Oficial Liga Nacional - Germán Beder (Diario
Perfil)
|