Jugoplastika Split, la
leyenda que perdura en el tiempo
Jugoplastika fue un equipo de ensueño, conformado por
jugadores de estirpe, que forjó una historia muy
particular y quedó grabado en la retina de los amantes
del básquetbol en todo el orbe. Les pedimos que se
detengan unos cuantos minutos en la lectura de este
espectacular informe de la Revista Especializada Básquet
Plus y revivir así unos de los períodos mas
trascendentes del básquet Europeo.
La Europa de la posguerra, devastada no parecía el marco
ideal para la fundación de un club de Básquetbol en la
maltratada Yugoslavia, menos aún en la ciudad croata de
Split. El pesimismo se basaba en dos características
incuestionables: se trataba de una ciudad turística, con
encantadoras playas, y además con clara pasión
futbolera. Sin embargo, la idea se concretó, dando
nacimiento al KK SPLIT, que 40 años mas tarde llego a la
cima del mundo FIBA.
Aprovechando las serenidades de la región, gran
generadora de una raza de hombres altos, fuertes,
temperamentales y dotados para los deportes, lo cual
estableció unos de los rasgos del club. Es que la
JUGOPLASTIKA, sponsor que lo acompaño durante varios
años, nunca renunció a la idea de armar sus equipos con
jugadores de su propia cantera. Fue un verdadero club
autárquico, que se valió de su propia fuerza para
sobresalir. Así Split se puede alabar de tener una
escuela de básquetbol de 500 chicos de promedio que le
permite contar con un plantel de 2,01m y 20 años de
promedio. ¿Los resultados de ese trabajo? Ningún club
del mundo puede vanagloriarse de promover cuatro
jugadores a la NBA: Dino Radja, Toni Kukoc, Zan Tabak y
Bruno Sundov.
La JUGOPLASTIKA antes de triunfar a nivel continental,
ya era conocida a nivel nacional por los títulos de 1971
y 1977 y continental por las Copas Korac de 1976 y 1977.
Después de estas conquistas llegaron las épocas de vacas
flacas. Para reflotar el equipo se confió la dirección
técnica al joven Bozidar Maljkovic (34 años), quien
venia de cinco años exprimiendo los conocimientos y
enseñanzas del genial Ranko Zeravica, asistiéndolo en el
Estrella Roja de Belgrado. Como marcaba la tradición, el
equipo se conformó con mayoría de jóvenes moldeados por
el trabajo del exigente entrenador de inferiores, Slavko
Trninic. Allí sobresalían claramente dos joyas: Dino
Radja y Toni Kukoc. Ambos ya le habían mostrado al mundo
sus condicciones en el Mundial Juvenil de 1987 en
Italia, donde Yugoslavia barrió a los Estados Unidos en
la final.
Tras una temporada de estudio del equipo, Maljkovic
percibió que todo el talento de los jóvenes se diluía
por su inexperiencia. Entonces hizo una jugada clave
hacia el futuro al contratar al alero Dusko Ivanovic. El
montenegrino, un veterano para el club, a pesar de sus
jóvenes 30 años, no solo fue un anotador consistente
ideal para aprovechar los espacios que generaba el
genial Kukoc, sino también les dio la dureza mental que
necesitaba el equipo para el salto a la consagración.
Entonces aquel equipo de Split trazó una raya divisoria
en la historia del básquetbol europeo y no solo en lo
deportivo. Ya nada fue igual a nivel internacional desde
que ese grupo de pibes croatas (22 años de promedio)
irrumpiera en el ámbito internacional para arrasar sin
piedad con todos los preconceptos que indicaban que solo
los equipos poderosos económicamente y con estrellas con
larga trayectoria tenían certificado para la victoria.
Desde su propia concepción, el equipo croata fue
distinto por el hecho de tener jugadores nacidos y
formados en la misma ciudad. A pesar de una campaña
irregular (record 8 – 6 ) la JUGOPLASTIKA SPLIT se metió
en la Final Four de MUNICH 1989. Toda una sorpresa haber
llegado hasta allí, mas teniendo en cuenta la jerarquía
de los rivales. Barcelona tenía lo mejor de España (Epi,
A. Jiménez, Sibilio, Norris) el Maccabi de Tel Aviv (
Magee, Barlow y Doromi Jamchy) y el Aris Salónica de
Giannakis y el temible anotador Nikos Gallis.
Todavía resuenan en los oídos de esos jugadores las
palabras del padre de todos los entrenadores yugoslavos
Aleksandar Nikolic, tras la charla técnica de Maljkovic,
antes de la semifinal ante Barcelona: “ Ustedes son lo
mas grande que vi en mi vida. Salgan a la cancha y
jueguen duro. No se dejen matar. No dejen que digan que
llegaron hasta acá de suerte”. Así salieron para superar
a los catalanes ( Kukoc 24 puntos, Ivanovic 21 y Radja
18 ) y minimizar los pronósticos con una contundencia y
un brillo inusual.
Antes de la final ante el Maccabi, el DT volvió a
motivarlos, con un “ustedes son capaces de ganarlo todo,
siempre que se lo propongan”. Y ellos cumplieron. Con
una deslumbrante tarea de Radja (20 puntos y 10 rebotes)
que le valieron el premio MVP y posterior elección en el
draft por Boston, y 18 de Kukoc (4-7 triples). “Ese
primer título siempre lo llevamos en el alma, porque fue
conseguir lo que parecía un imposible” dijo alguna vez
Kukoc.
Tal vez, aceptando que el Partizan de Belgrado campeón
europeo 92’ pudo haber sido una tibia continuidad, la
JUGOPLASTIKA fue el último equipo que se coronó en
Europa jugando un básquet audaz, ambicioso, arrollador,
pero por sobre todo, lindo a los ojos del espectador.
Radja agrega otra particularidad que maravillo al mundo
“No teníamos miedo, a pesar de la edad, nunca nos
temblaron las piernas en un partido”.
Al regreso de Munich, sucedió algo histórico, en el
aeropuerto y calles cercanas se juntaron para recibirlos
150000 personas que los declararon héroes nacionales.
Una cifra que teniendo en cuenta que Split (7 de los 10
jugadores son de esa ciudad) apenas sobrepasa los 250000
habitantes.
No por repetido deja de ser cierto: si es difícil
llegar, mas lo es mantenerse. Este equipo desafió el
concepto. Con un equipo más maduro al que se agregó el
prometedor Zoran Savic, demostró en la clasificación que
iba por más. Sin embargo, a pesar del lograr el segundo
mejor record (11 – 3), Barcelona era el favorito al
título (12 – 2). La Final Four fue en Zaragoza, España,
que inauguraba el estadio y por primera vez recibía a 6
scouters de la NBA. En semifinales, los de Split
superaron con facilidad al Limoges francés y la esperada
final fue ante el Barcelona.
Maljkovic sorprendió dejando a Kukoc en el banco, pero
su ingreso a los 9 minutos, fue letal, clavando un
triple en la primera pelota que tocó. En un partido
parejo, JUGOPLASTIKA sacó una pequeña ventaja sobre la
chicharra del primer tiempo con un triple de Perasovic
de mitad de cancha. En la segunda parte, los croatas
manejaron la diferencia y festejaron por segunda vez
consecutiva, ratificando su predominio y que lo del año
pasado no fue casualidad. A Kukoc, el alma del equipo,
el que lo hacía todo posible, fue el MVP de la final (20
puntos) y le trajo como regalo la elección en el draft
por el sensacional Chicago Bulls de su majestad, Michael
Jordan.

¿Que tenía ese equipo? Sencillamente todo. La
improvisada y efectiva belleza que generaba la
revolucionaria aparición de Kukoc, un cuarteto de
pivotes –Radja, Savic, Tabak y Sobin-, que era un
congreso de técnica, centímetros, kilos, potencia y
personalidad; un tirador de muñeca de seda como
Perasovic, otro alero, Ivanovic que hacía de todo un
poco con regularidad y eficiencia, y un base sin lujos (Zoran
Sretenovic), aunque inteligente y generoso, virtudes
indispensables para el puesto, similares a la de su
recambio, Luka Pavicevic. El juego se basaba en la
facilidad con la que realizaban las acciones. Excelentes
fundamentos que les permitían realizar un básquetbol
sencillo, y a la vez tremendamente espectacular. En el
aspecto defensivo rompía moldes en su país ya que a una
feroz agresividad le agregaba un potente rebote. En la
capacidad para regenerarse de sus propias heridas sin
perder su poderío ni la marca registrada de su estilo
habría que ubicarla como otra virtud de ese equipo. La
amenaza permanente que significaba el poderío económico
de mercados como el italiano o español para atraer a los
talentosos yugoslavos, comenzó a desangrar el plantel.
Radja se fue, conflicto mediante, a la Roma con un
millonario contrato, Ivanovic pasó al Girona, también se
marchó Sobin, lo mismo que el entrenador Maljkovic, al
que contrato Barcelona para aplicar su fórmula ganadora.
El puesto de entrenador lo ocupó Zeljko Pavlicevic y por
primera vez se sumaba un americano: Avi Lester. Sin
dudas, que el equipo se resintió en su calidad, pero
sostenía la misma mentalidad ganadora, ahora que jóvenes
como Tabak o el tirador macedonio Petar Naumoski (gran
reclutamiento) u otros como el alero Aramis Naglic,
ganaban protagonismo. El desafío era seguir haciendo
historia, ya que solo el ASK Riga de la URSS fue el
único que había logrado 3 copas europeas consecutivas
entre 1958 y 1960.
La POP 84 SPLIT, al cambiar de sponsor, buscaba igualar
ese record, que por el sistema de Final Four se valora
aún más que el antiguo sistema.
No sin sufrir bastante, Split (record 9 – 5) volvió a
meterse en el Final Four, con París como sede. En
semifinales superó al Scavollini italiano y otra vez
Barcelona (record 11-3), paradójicamente dirigido por
Maljkovic, lo esperaba en la final. Para entender como
afrontó la definición ese grupo conviene leer a Savic:
“A ese grupo le gustaba jugar bajo presión y eso se vive
en la Final Four. Ahí no importan los entrenadores, ahí
deciden los jugadores. A los que no les gusta la
presión, la temporada se les acaba antes”. Precisamente
Savic fue la figura de la final con 27 puntos.
Kukoc no tiene dudas y dice, “ese del 91 fue el mejor
año de mi carrera, cuando jugué en mejor nivel. Por eso
estaba convencido de que conseguiríamos el título ante
cualquier rival. Viví cosas grandiosas con Chicago en la
NBA, pero el mejor momento de mi carrera lo pasé en
SPLIT. Allí me sentí feliz jugando al básquetbol”.
Esa tercera conquista marcó el final de una era en lo
deportivo y en lo económico. Kukoc emigró ese año a la
Benetton Treviso de Italia con un contrato
estratosférico, como más tarde lo harían Perasovic y
Tabak, y ya nada fue igual. Tras el dominio del SPLIT se
impuso un estilo mas conservador, menos arriesgado y
estimulante para los espectadores. El propio constructor
de este grupo, Maljkovic, señaló años mas tarde, cuando
se le cuestionaba haber alcanzado sus títulos con el
Limoges francés y Panathinaikos griego mediante estilos
amarretes, conservadores que “jugué lindo cuando tuve
los hombres para hacerlo. Si tengo a Kukoc, Radja y
Perasovic ganaremos y daremos espectáculo. Sin ellos se
puede ganar también, pero de otra manera”. Hay quien
remarca que esa generación irrepetible de jugadores
generó un equipo inmortal. Se destaca en que todos
siguen en la actividad, con tareas destacadas.
Pero lo que importan son aquellos tres títulos europeos
y, sobre todo, esa forma de jugar tan atractiva como
cautivante. Una conjunción que convirtió al KK SPLIT en
un club de leyenda.
Fuente: Básquet Plus Nº 34 Febrero de 2005
Alejandro Pérez
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