"Estoy donde quiero estar"
La ciudad de Bahía Blanca amaneció blanca y congelada.
Todo se cubrió de nieve y los 16 grados bajo cero de
sensación térmica invitaban a quedarse en la cama. Pero
Manu, fiel a su exigencia, no esquivó la rutina. Hizo
cinta y bici sin escatimar esfuerzos en el gimnasio de
su nuevo emprendimiento, el hotel Land Plaza. Luego
recibió al diario Olé y enfrentó un cuestionario
diferente, con poco de básquet. Conocé al Ginóbili
distinto.
-¿Cuando venís al país, qué te gusta mirar?
-Un poco de todo. El camino de Ezeiza a Aeroparque ya es
un indicativo de cómo está el país, aunque de donde más
saco es de charlas con familiares y amigos, cuando veo
TV y escucho los temas que se tocan. Ahí te das cuenta
de lo que consume o piensa la gente, lo que más
preocupa...
-¿Y qué notás?
-Bastante pesimismo, no tanto como en 2002 y 2003 pero
sí noto cansada a la gente. Veo que lo del campo dolió
muchísimo, no sé por qué, ya que no tantos tienen campo,
pero dolió y la imagen de los políticos volvió a caer.
Pero nada que no hayamos pasado, que no se pueda
mejorar...
-¿Sos optimista o decís 'el país lleva 200 años de
contradicciones y, con nuestro egoísmo e individualismo,
nunca va a salir'?
-De Primer Mundo nunca vamos a ser... El tema está muy
arraigado. Los que nos gobiernan no son extraterrestres,
son un reflejo del pueblo. Cuando uno de nosotros llega
al poder y ve otras chances se transforma en eso. Lo veo
en el Estado, en el club, la escuela...
-La Selección pudo. Un grupo argentino dejó de lado el
ego por un bien común.
-En pequeños grupos es mucho más fácil. Se controla
mejor, la democracia funciona mejor... En 40 millones de
personas es otra cosa, llega el que tiene plata, el que
puede pagar una mejor campaña y no el que pueda liderar
mejor a un país.
-Cuándo volvés y, con tu situación económica ves al
resto, sobre todo la pobreza extrema, ¿cómo te pega?
-Me pega como a todo el mundo. Hay días, depende el
humor... A veces me siento reculpable. Hay gente que
viene y me dice "te lo merecés, vos trabajaste, te lo
ganaste". Y les digo "¿qué trabajé, qué me gané? Hay
gente que trabajó más que yo y no tuvo ni tendrá lo mío.
No salió del ambiente ideal, ni familiar, cultural o
deportivo, para desarrollarse. Me gustaría que todos
tuvieran mis facilidades y, a la vez, uno se acostumbra.
Pero se sufre.
-Pepe Sánchez admitió que tuvo que ir al psicólogo al
ver que tenía tanto y cuando volvía veía a su familia
con lo justo. ¿Cómo lo manejás?
-Un poco de culpa te agarra, pero no tuve una gran
crisis, no debí ir al psicólogo o necesité charlas de
horas. Lo mío fue bastante gradual y nunca recibí
grandes pedidos de mi entorno, que no sufre necesidades.
Ayudo como puedo, pero el tema dinero es muy difícil.
¿Cómo hacés para ayudar a uno y a otro no? El que no
tiene siente derecho a pedir, al que le prestan dice
'para qué devolverle si no lo necesita'...
-¿Qué grado de compromiso social tenés?
-Normal... No me creo un superhéroe ni una persona
ejemplar. Podría hacer mucho más, pero no es fácil... Yo
pensé que sería sencillo crear una Fundación, pero son
tantas cosas que se deben hacer.
-Te fijas bien a quién ayudás y cómo...
-Sí, porque no pensé que sería tan delicado. Primero qué
hacés, dónde, hay mucha gente que está lista para
matarte y otra que dice 'por qué ayudás a ésta y no a
nosotros'...
-El 16 hacés la Maratón Solidaria. ¿Sentías la necesidad
de hacerla acá en Bahía?
-Sí. Quería pero no se daban las fechas ni sabía qué
hacer. La maratón está de moda y reúne cosas clave: la
vida al aire libre, el deporte, la unión familiar... Me
encantaría ver a una familia en la caminata. Además
ayudamos a una entidad como el Hospital Municipal que
hace rato quería hacerlo. Con esto reúno todo en lo que
creo. Sé que el evento va a salir diez puntos. Espero
que sea una fiesta y venga mucha gente.
-Cada vez que una estrella hace cosas, hay críticas.
¿Cómo lo manejás?
-Lo tomo en cuenta, no mucho, pero joden... A veces se
dicen cosas injustas pero no me desmoralizan.
-Sos muy querido en el país, ¿pero notás que en Bahía se
te critica más?
-No me llega directamente de la gente, pero algún
comentario tengo. No sé por qué. Yo tengo la conciencia
tranquila. Lo que veo es que todo el mundo invierte con
mi plata, hace cosas por mí... Así es fácil, pero hay
que estar en mi lugar. Tal vez errores cometí, de
entrada no di notas o no hice apariciones públicas como
la gente pedía, pero no creo que esas críticas sean
masivas.
-¿Te llegó el comentario que deberías ser más generoso?
-No. ¿En qué sentido?
-Que te cuesta un poco largar la plata...
-¿Que soy un ratón? No me llegó eso... Sé que hay gente
que dice cómo voy a cobrar la inscripción de la
maratón...
-El otro día decías que si no los cuidás, 20 millones se
van rápido. ¿Cómo cuidás el dinero?
-Con gente que sabe más que yo y me aconseja. Yo leo y
me interesa, pero soy un jugador de básquet...
-¿En inversiones ponés el nombre o el dinero?
-Ambos, depende. Si pudiera poner sólo el nombre, lo
haría siempre (se ríe).
-¿Qué requerimientos debe tener un emprendimiento?
-En este caso, tener un hotel de primer nivel en mi
ciudad era algo que cerraba. Bahía lo necesitaba porque
está creciendo. Me da orgullo cómo quedó...
-¿Te gusta invertir más en el país o afuera? ¿Dónde
tenés más dinero puesto?
-Arranqué más invirtiendo en el país porque era joven,
optimista, creía en Argentina. Hoy dudo un poco más. De
allá me aconsejan no hacerlo porque lo ven como riesgoso
pero yo soy de acá, conozco y me gusta. Pero es cierto
que uno encuentra más dificultades.
-¿Cómo está lo de la denuncia de usurpación que te
hicieron por tierras en Villa la Angostura?
-Está todo aclaradísimo, hasta ellos me dan la razón,
pero lo judicial tarda años en este país... Yo compré
con escritura, todo como corresponde y siempre estuve
seguro. De hecho dije que si estaba algo mal, yo devolví
las tierras.
Concentrado, de cara a la nieve que se ve a través del
vidrio del gimnasio, Manu corre. Y hace todos los
deberes para volver a ser. Corre en cinta, "no en
superficies duras" y cumple hasta en las pulsaciones del
corazón que le piden. "Necesito estar bien esta
temporada, más allá de la renovación o lo que sea. Y si
bien no tengo miedos, sí alguna que otra duda y quiero
respetar todo. Voy despacio porque todavía falta mucho
para la temporada", cuenta Ginóbili. Por ahora cinta,
bici y pesas. En breve, a tirar al aro. "En esta
temporada, por todas las lesiones, crecí mucho, maduré,
aprendí a tener más paciencia...", cuenta.
-¿Son los Spurs el equipo que mejor se reforzó?
-Creo que sí. El resto hizo cambios pero se benefició
por un lado y perdió por otro. Nosotros nunca tuvimos un
alero como Jefferson. Es potente, con físico, buen
defensor, que se postea, colabora con los rebotes y
tiene puntos en la mano. Nos va a dar una gran mano.
McDyess puede resolver bajo el aro y con Blair hay
muchas ilusiones. Somos más peligrosos en ataqueUna vez
te describí así: inteligente, analítico, hiperactivo,
bromista, calentón, casero, familiero, simple,
trabajador, reservado, exigente, ambicioso y
competitivo. ¿Cuál rescatás?
-Muchas están bien. Mejoré lo de calentón. No me gustaba
y lo trabajé.
-¿Fue tu preocupación?
-Puede ser. Ya no soy tan temperamental o calentón. Por
caso, me hacía mal verme protestar tanto con los
árbitros. Ya casi no lo hago ni me cobran técnicos.
-¿Cómo manejás tu exigencia? Los Nº 1 son muy exigentes
y es difícil no trasladarlo a la vida.
-Sí, soy exigente (ríe). Trato de diferenciar y ser
exigente sólo en lo mío, pero es mi carácter y no es
fácil. A veces lo logro y otras, no.
-Para llegar a la cima necesitás dureza mental, ego,
carácter fuerte. Eso a veces choca...
-El ego y la ambición están vistas como cosas negativas
y yo creo que se necesitan. Te dan un plus. Pero nunca
tuve un super ego, de decir 'soy el mejor'. Por caso, el
tema titular y suplente le dolió más a la gente que a
mí. Sí soy de querer desafiar, competir, probarme,
ambicionar más. Siempre busqué encontrar mi lugar,
adaptarme y dar lo máximo dentro de mis chances, pero
sin un ego desmedido. No me interesa que me nombren más
que a Parker, por caso.
-¿En tu interior hay dos Manus: el duro y el sensible,
por ejemplo?
-No, soy bastante parecido... No creo tener dos caras ni
ser distinto en la intimidad que públicamente.
-¿Sos de meterte dentro tuyo, cuestionarte o de seguir,
sin querer ver?
-Ni soy el más analítico, que vive autoanalizándoce, ni
las ignoro. Hay momentos en que lo pienso o en otros, de
vorágine, sigo... Pero soy analítico, de los que piensan
por qué pasa, qué puede suceder y cómo me adapto.
-¿Estás feliz con tus progresos como persona?
-Sí. No me puedo quejar. Vivo de la forma en que creo y
me deja tranquilo que la gente a mi alrededor esté
orgullosa de lo que soy. Obvio que no hay ser humano que
no trate de mejorar cosas, pero estoy muy satisfecho.
-¿Sos de controlar todo y podés dejar fluir algo?
-Estoy atento a muchas cosas, pero ahora soy más
permeable y permisivo. Soy de controlar por ser alguien
público. Pero cuando se dio el cambio de pasar a ser
público fue un golpe, algo distinto a lo que no estaba
acostumbrado y necesité dos o tres años de adaptación.
No fue fácil ni automático.
-Nunca lo habías dicho.
-Es cierto. No lo dije, fue un proceso interior, con
períodos de crisis. Es que nadie te enseña estas cosas.
-Pero lo manejaste bien.
-Creo que sí. Cometí errores, 2003 y 2004 no fueron
fáciles fuera del campo.
-¿Qué pasó, cómo fue?
-Hubo mucho movimiento en mi vida en esos años, algo
frenético y no podía tener tranquilidad interna.
-¿Qué error recordás?
-En el Preolímpico, en Puerto Rico, estaba mal,
insoportable, no aguantaba a nadie. Todo me irritaba.
Tuve un año sin paciencia. No sabía cómo actuar. Eso no
viene en un manual.
-Mentalmente, ¿cuál es tu fuerte?
-Confío mucho en mí mismo, sé que me puedo adaptar a
casi todo y que de lo malo puedo sacar lo bueno. La
experiencia de esta temporada que pasó, con las
lesiones, me hizo bien, madurar más...
-Muchos llegan al máximo y se desinflan. Vos no. ¿Es
algo natural?
-Sí. Noto la diferencia con respecto a otros. Lo que
alimenta es mi pasión, lo que me gusta hacerlo. Una vez
recuerdo que estábamos en la Selección y les pregunté a
varios qué harían si les depositaran 100 millones de
dólares, quécambiarían... Y me sorprendió ver que todos
dijeron que harían otra cosa, dejarían de jugar o
volverían a su ciudad. Yo no cambiaría nada. Estoy donde
quiero estar, creo que es algo extra.
Fuente: Diario Olé - Julian Mozo
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