Drazen Petrovic...el
recuerdo de un grande de todos los tiempos
El 6 de junio de 1993, fallecía a los 28 años de edad el
jugador que rompió el mito del jugador europeo.
Ese mito que decía que un europeo era demasiado blando y
poco versátil para la NBA. Drazen Petrovic demostraría
que era algo más que un buen tirador con la fuerza,
capacidad atlética e imaginación necesarias para brillar
en América.
Drazen desde muy pequeño ya era considerado una estrella
en Croacia. En un partido obtuvo el record de anotación
con 112 puntos, logrando 40 tiros de los 60 que intentó.
De aquellos tiempos su compañero Vlade Divac diría que
tenía la mala costumbre de que cuando Petrovic tiraba él
solía correr a defender porque no habría rebote. En el
Cibona de Zagreb promediaba 37,7 puntos por partido.
Después con el Real Madrid firmaría 28,2 puntos
(anotando en una inolvidable final europea nada menos
que 62 puntos). Durante estos años ganaría todos los
títulos posibles con ambos equipos, lideraría a su
selección hacia el título de campeón de Europa y jugaría
las olimpiadas; ganando la medalla de plata
consecutivamente en 1988 y 1992.
Los logros de Petrovic no podían pasar desapercibidos
para los ojeadores de la NBA. Son los Portland
Trail Blazers los que lo eligen en el draft de 1986,
equipo al que no aterrizaría hasta 1989. Su carta de
presentación en la mejor liga del mundo era su excelente
rebote, capacidad de salto, tenacidad defensiva y una
intensidad emocional a la que solo haría sombra el
mismísimo Michael Jordan. Las cuatro temporadas que jugó
en la NBA sin embargo no serían suficientes para ser una
estrella en 2 continentes.
Entraría a jugar en la NBA en un puesto no muy
esperanzador que digamos, ser el sustituto de una de las
estrellas de la liga, Clyde Drexler. De esta
etapa Drazen diría lo siguiente “Apenas logro unos pocos
puntos al final de los partidos, de hecho, si me dejan
decirlo, soy el jugador mejor pagado de la NBA. Gano
millones de dólares por cinco puntos de media”. Su
ironía y fuerte personalidad también eran marca de la
casa.
Una nueva oportunidad le llegaría cuando los Blazers
decidieron traspasar a Petrovic a los New Jersey Nets.
Su capacidad de superación quedó demostrada con un
severo régimen de trabajo que asombraría a sus nuevos
compañeros y a Chuck Daly, su nuevo entrenador: “Llegaba
hora y media antes del entrenamiento para trabajar el
aspecto físico y se quedaba después dos horas a solas en
la cancha para mejorar el tiro”.
Pero sin duda lo que diferenciaba a Petrovic de los
otros jugadores europeos sería el de aportar su propio
estilo. Mientras otros europeos intentan adaptarse sin
hacer ruido, Drazen se encaraba a jugadores de la talla
de Reggie Miller. Era capaz de anotar un tiro en su cara
y volver a defender mientras retaba a su rival para que
le cubriera mejor. En Europa también demostraría esa
cara tan poco habitual en un jugador en este lado del
Atlántico. Petrovic estimulaba a los aficionados,
discutía con los árbitros e incluso en una ocasión llegó
a vaciar una botella de agua en la cabeza de un
anotador de mesa. Los duros entrenamientos y las horas
en el gimnasio por fin tendrían su fruto. En su primera
temporada con los Nets jugaría 30 minutos por partido
promediando la estimable cifra de 20,6 puntos. Ya en su
segunda temporada tendría sus mejores momentos en la NBA
liderando a los Nets en acierto con 22,3 puntos por
encuentro con un 51,8% de acierto y un 44,9% en triples.
En parte se sentiría decepcionado ese año por no ser
elegido para el partido de las estrellas. No obstante
este alto rendimiento le serviría para ser el segundo
base/escolta de la liga mejor pagado, solo por detrás de
Michael Jordan. Pero la tragedia le impediría cumplir su
objetivo, ese sueño que ya le había comentado a Divac,
convertirse en uno de los mejores jugadores de la NBA de
todos los tiempos.
La guerra civil sacudía esos años a Yugoslavia y
Drazen tenía la necesidad de ayudar como pudiese a su
país. Sólo había una manera para él, jugar al
baloncesto. Incluso después de ganar la medalla de plata
con el nuevo e independiente equipo croata en Barcelona,
Drazen se sentía comprometido a seguir jugando con su
país la clasificación para el campeonato europeo, cuando
ni mucho menos era imprescindible su participación. Es
más, tendría que haberse quedado en Estados Unidos
recuperando una leve lesión de tobillo y preparándose
para el ya más fuerte campeonato europeo. Petrovic no
escuchó a nadie. Él solo sabía que no había otro lugar
donde quisiera estar. Así que Drazen acudió a jugar el
partido de Croacia ante Eslovenia en Wrocla, Polonia.
Desgraciadamente este sería el último partido que jugase
en su vida. Pocos días después, el 6 de junio de 1993,
volvía de Alemania con una amiga a Zagreb. Su coche
perdió el control por la lluvia para acabar
estrellándose contra un camión. Ambos murieron de forma
instantánea. Tras la muerte del jugador los homenajes no
dejaron de sucederse por todo el mundo. Los Nets
retiraron el numero 3 inmediatamente. Una estatua en
Zagreb y la dedicación de Ivanisevic de su triunfo en
Wimblendon en el 2001 son ejemplos del porqué la
importancia de este magnifico jugador para el deporte
europeo. Pero tal vez el mejor tributo hacia él sea la
actual generación de jugadores europeos en la NBA. De
ser Drazen el pionero que inició la andadura americana
hasta hoy son ya muchos los jugadores europeos que
juegan en equipos de la NBA. Y todo gracias a un jugador
que nunca rompió con sus raíces, y de una manera
admirable.
Fuente:
blogcesto.wordpress.com |